sábado, 23 de agosto de 2008

Dónde?




¿Zambullido en el mar?
¿En las estrellas?
¿En el campo?
No, en la noche oscura.
Sin luz,
la luna se fue.
Sin luz,
imposible de ver.
Estoy ciego,
zambullido en la noche.


Juan Boesen, 11 años

Eclipse total de luna

Si la viera desde la Luna
esta noche
la Tierra sería un platillo negro
con ¡todoooos! los atardeceres
y los amaneceres
del mundo.

El veintiuno de febrero
papá, mamá y yo
esperábamos en Monte,
en el bosque oscuro.

Poquito a poco
su piel blanca
cambiaba a naranja.
Yo me daba vuelta
y cuando giraba otra vez
estaba más naranja
y más naranja
y más naranja.



Vittorio Lemus, 7 años.

En El árbol del cielo



Agua de letras
que forma palabras sin sentido.
Desaparece y renace
otra vez.
Poemas para el aire.

Antonella Menna, 11 años

martes, 19 de agosto de 2008

Cuando estoy aburrido

Cuando estoy aburrido
me pongo a contar hormigas.
Cuento flores y nubes.
Cuento los ratones
que corren en la calle.
Si es de noche,
cuento estrellas.
Si estoy en la playa,
cuento las olas del mar.
Abajo del agua,
cuento los peces de colores.
Y si voy viajando,
cuento los árboles que pasan.

Me lo dictaron los nenes de la casa maternal Rayitos
la mañana del 4 de julio de 2008

sábado, 16 de agosto de 2008

Nota a un diálogo con Clarice Lispector

llegaba de Aparicio cansada
y en la esquina -Lequerica e Irigoyen-
me esperaban los bochincheros
los movedizos los charlatanes
bueno, hagamos un juego-
les dije
y saqué el libro de Lispector
Revelación de un mundo
copié líneas al azar en tarjetitas
mezcladas y revueltas
cada uno sacaba una tarjeta
leía y la seguía con una línea propia
un tejido enhebrado
entre el azar y los pensamientos
yo escribía al dictado
de Lispector y de esos pibes
que se dejan llevar por
la corriente de las palabras
como si fuera un sueño

yo escribía al dictado
inmersa en el juego
y fascinada
-te cambió la cara seño,
cómo te gusta hacer esto, no?-
me descubrió Ailén y nos reímos

yo escribía al dictado
de Lispector y de esos pibes

Diálogo con Clarice Lispector

Mirarse en el espejo y decirse deslumbrado qué misteriosa soy.
Aparecer en otro lado, en otro país, en el país de las maravillas.
Aquí en casa se posó una esperanza* , como una estrellita.
Llena de orgullo, con el corazón también deslumbrado y blanco.
Con los ojos muy abiertos yo había mirado la calle oscura,
el gato negro subía a los árboles y buscaba la luna abstracta.
Hay tres cosas para las que nací:
oler las flores, respirar el mar y juntar piedras brillantes.
La cocinera era vidente como una varita mágica.
Adivinaba las comidas del rey; el pasado, el presente y el futuro,
una imagen extraña.
Tan raro como ha de haber sido el mundo cuando fue creado.
Dado vuelta al amanecer para ver el paisaje en que el sol
se refleja en el agua.
Son las seis de la mañana, sólo un perro libre anda por el
callejón, perdido, buscando algo para abrigarse, algo para comer.
Se cruza con otro perro, se hacen amigos.
Olvidé decir que las rosas silvestres son una planta trepadora
en mi pared, pasan para la casa del vecino.
El perro perdido quiere tocar las rosas, regalarle una a su amigo.
Sólo que cometí un error: dejar al perro libre.
Tal vez no lo encuentre nunca más.

Texto colectivo, grupo de 7 a 11 años.
Las líneas en cursiva pertenecen a Clarice Lispector.
5 de Octubre de 2007

* Insecto de color verde

hay tres cosas para las que nací




hay tres cosas para las que nací:
oler las flores, respirar el mar y juntar piedras brillantes

La línea en cursiva pertenece a Clarice Lispector, lo que sigue a Isabella Briatore, poeta de nueve años. Lo escribió en octubre del 2007, ahora vuelvo a leerlo y me quedo suspendida de esas palabras: nací para oler las flores, respirar el mar y juntar piedras brillantes.
Me quedo suspendida y hago listas en mi cabeza, intento enumerar cosas para las que nací, es difícil decidirme por tres -a los adultos nos cuesta entrar en el juego, en el porque sí, jugar como si nadie nos estuviera mirando; pasan ráfagas por mi pensamiento: debería decir algo menos egoísta, nacer para un bien común, cambiar algo de ahí afuera.
Pero ¿y si pudiera elegir tres cosas sin que nadie me mire?
Hay una cosa para la que nací:

oler las flores, respirar el mar
y juntar piedras brillantes

la poesía