viernes, 4 de noviembre de 2011

David Mc Kee, Elmer y Wilbur

Elmer y Willbur en Rayitos



¿Dónde te gusta esconderte? -pregunto a las nenas y nenes de Rayitos.
Es jueves, octubre y nos reunimos en el rincón de la alfombra.
-Debajo de la cama –dice Flor.
-Debajo de la mesa –Estela.
-En el galpón del patio –Lucila.
-Atrás de un árbol.
-En mi casa.
-Arriba del techo –se entusiasma Juan Manuel.
-Debajo del agua, jaja! –dice alguien y se ríe.
-¿Y si fueran elefantes? –pregunto.
Hablamos un poco de cómo son los elefantes.
-Ahí tenés uno –me dice Estela y señala un dibujo en mi blusa hindú.
Agustín se acerca a tocarlos, uno por uno: -Tenés muchos.
Conversamos sobre los elefantes, dónde podrían esconderse, tan tan grandes.
Presento el libro: Elmer y Willbur.
Estela dice que está en el jardín de infantes al que concurre.
-Ese elefante es de colores –enseguida avisa uno de los chicos al ver la tapa.
Conversamos entonces de los colores de los elefantes.
Presento el título, la tapa, lo que allí está escrito.
Me detengo en la guarda, esas dos hojas antes del cuento, sin texto.
-Miren los pájaros azules y el cielo rosa –digo.
-Es África –dice Lucila.
-Sí, es África, ahí están Elmer y Willbur.








Nico susurra sus poemas

En el sol hay un girasol
y con el diente de león
hacen la fiesta
del amarillo.


El fuego se enciende.
La sangre, la manzana, la pimienta,
ahí se esconde el rojo.

Nicolás U. 9 años

Melina susurra en la municipalidad

Añadir leyenda


El negro
está en los ojos de mi hermano
y en el caballo salvaje.

Melina, 12 años.

Ariadna susurra

Abro mi mandarina
¿Está el naranja?
¿O se fue al damasco?
Atardecer en el cielo.

Ariadna G. 9 años.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un poema de Natasha

Cala
flor blanca
crece sola
guardián
de cuerpos
sin vida
descomponiéndose
arañas, hormigas, gusanos

hermosas
pero representa otra
cosa.

Natasha Z.

Me entretengo en la vereda...


Me entretengo en la vereda
con un arcoíris.
Me concentro en el rojo.
Cruzo la vereda,
un cartel de rojo.
Doy la vuelta
a la manzana.
Mmmm…qué rico, manzana.
Llego a casa:
¡Mamá! ¿Hay manzana?

Violeta M.

Hay un piojo en mi mochila


Hola, me llamo Geolocotrina, pero me dicen Trampi.
Un día fui a la escuela y se me ocurrió sentarme en un banco de atrás.
Cuando abrí la mochila saltó algo diminuto y negro: ¡Era un piojo!
Fue saltando de cabeza en cabeza y picó a todos.
Les agarró la enfermedad tonta pero grave que había escuchado: Picacabecitis.
Todos se rascaban y se rascaban hasta acalambrarse, desde una punta hasta la otra de sus cabezas y el piojo murió.
Entre todos le hicimos un Padre Piojo:

Padre Piojo
que estás desangrado
santificado sea mi banco
venga a nosotros tu picadura
hágase este dolor más leve
danos hoy nuestro medicamento
perdona nuestras cachetadas
como nosotros perdonamos
a los que nos pegan
no nos dejes caer en tu maldad
líbranos del dolor.
Amén

Todos rezamos, lo enterramos y lloramos tanto que terminamos deshidratados.

Rocío U.